InicioActualidad PolíticaDejando hacer, dejando pasar (PARTE 6)

Dejando hacer, dejando pasar (PARTE 6)

Les presento la sexta parte de la saga sobre antisemitismo, avanzando sobre el concepto de los viejos designios antisemitas desparramados durante la historia mediante mecanismos conspirativos, que subsisten aún hoy (de la Peste Negra al Covid-19, la misma falsa acusación).

Lamentablemente el odio al judío perdura vivo en personajes como el conductor del canal de televisión C5N en la República Argentina. Insisto, el específico mensaje antisemita de Méndez no es una cuestión menor ni superficial. Ha trascendido las fronteras argentinas, llegando a instalarse a nivel mundial. Sólo porque en Argentina el “laissez faire et laissez passer, le monde va de lui même” se ha convertido en una práctica usual y sistemática, es que al día de la fecha el conductor televisivo y a la vez también político todavía no ha sido sometido a proceso penal, conforme así lo exige la ley de nuestro país.

Al respecto y entre otros medios internacionales que se hicieron eco de las expresiones conspirativas y antisemitas del conductor cordobés emitidas desde el canal de televisión perteneciente a Cristóbal López y Fabián De Souza, puedo nombrar al canal de televisión ruso en idioma castellano con alcance mundial denominado RT.

Peste Negra y COVID-19, 700 años del mismo odio e ignorancia

Pero en definitiva, es oportuno destacar que ya, en la continuidad de una serie de notas que sobre antisemitismo y el “dejar hacer, dejar pasar” son publicados bajo mi autoría, dedicaré con especial profundidad el tratamiento específico de tan grave declaración de antisemitismo revelado por el conocido helminto, en un medio de comunicación tan masivo. Particularmente no he aceptado ninguna disculpa. A dicho alcance, no ha existido ninguna pronunciación de la que hubiera emergido un reconocimiento público de que “lo que dije es manifiestamente falso” y tampoco, ni tan siquiera el propio medio televisivo de alcance masivo ante la gravedad mundial que significa la existencia de la pandemia, se ha referido a dicha emisión de “Periodismo Federal” en el sentido de que evidentemente las expresiones de Méndez “provienen desde una falsedad”. ¿Acaso el helminto no ha sido ya condenado por la justicia cordobesa, por emitir programas generando información falsa? Lo antisemita y maliciosamente concebido por Méndez e integrantes de su equipo de producción, constituye una gravísima violación a la ley penal argentina y que resulta perseguible aún de oficio; lo hicieron, premeditaron y concretaron un gravísimo ataque antisemita vinculante a la pandemia, pero aun ante la omisión cómplice de todas las autoridades y la indiferencia general, este letrado argentino y judío, no lo dejará pasar por alto.

La ignorancia y el desinterés del mundo

Lo apuntado de escalofriante identidad, ha sido señalado en el intento de dimensionar en su mayor extensión posible como marco de referencia, en relación al profundo trabajo estadístico desarrollado por la “Claims Conference” sobre los alarmantes números que surgen acerca del marcado desconocimiento existente en la ciudadanía a nivel mundial en la materia referente al Holocausto.

Además de las cifras que ya he mencionado sobre la cuestión, considero de vital importancia extenderme sobre otras conclusiones que, como resultado, ha arrojado la labor llevada a cabo por dicha organización. Así, entonces, el mismo estudio de naturaleza estadística refleja que un 31% de los estadounidenses cree que menos de dos millones de personas fueron asesinadas durante el Holocausto. Asimismo, genera una verdadera alarma el hecho de que, sobre el mismo punto, el porcentaje alcanza un 41% entre los llamados millenials, esto es, entre aquellas personas que han nacido a principio de la década de los años 80´ hasta el año 2000. Se observa también desde esta misma “Generación Y”, que un 22% (uno de cada cinco) no había escuchado sobre el Holocausto o no sabía lo que era.

El desconocmiento es tierra fértil para el odio irracional

En ese contexto de altísimo porcentaje de desconocimiento, ignorancia y despreocupación crecientes sobre el mayor asesinato masivo de personas o genocidio que ha conocido la historia (Holocausto), otros trabajos investigativos en la rama estadística han revelado resultados francamente preocupantes. Por ejemplo en Canadá, un 54% de los adultos no sabían cuántos judíos murieron en el Holocausto; el porcentaje aumenta de manera humanamente inaceptable y gravísima, cuando frente a la misma pregunta, un 62% de la “Generación Y” canadienses respondieron desconocer la cifra de judíos masacrados por el nazismo. La misma encuesta reveló también que un 72% no sabía quién era Elie Wiesel y un 45% desconocía por completo quién era Oskar Schindler. Otra labor estadística realizada en Inglaterra por el “Holocaust Memorial Day Trust”, estableció que uno de cada cinco ingleses afirma que habían muerto menos de dos millones de judíos en el Holocausto y la mitad de todos los encuestados, manifestaron no saber cuántos judíos habían muerto.

Desaprender el odio para derrotar el prejuicio

Considero que los datos aportados por las referidas labores de estadística en materia del Holocausto nos deben llevar a una seria reflexión y a tomar acciones de prevención en el área educativa y asimismo de urgente ejercicio de reclamo judicial, pues precisamente el desconocimiento e ignorancia crecientes, resultan la “tierra fértil” de quienes maliciosamente llevan a cabo su metódica inserción del planteo antisemita para hacer realidad aquello de que “el judío” ha sido el chivo expiatorio predilecto para adjudicar culpabilidad sobre todos los males que revelan las distintas sociedades a nivel mundial.

La naturaleza helminto-parasitaria de los sicarios del antisemitismo, se encuentran con “la mesa servida” para acusar a los judíos como los responsables de “generar el Covid-19 utilizando su riqueza y así consumar el objetivo de manejar tu vida”. El mundo está aportando varias pruebas en esa dirección y al respecto, bien vale mencionar una vez más, que marcados y fieles representantes del antisemitismo como el diputado nacional Pablo Ansaloni y el comunicador masivo cordobés Tomás Méndez, resultan ser clarísimos ejemplos en la República Argentina.

Los mecanismos del odio

Deliberadamente he dejado para esta última parte de mi visión sobre el antisemitismo en el mundo a lo largo de la historia y que encuentra irrefutablemente su “caldo de cultivo” en el “dejemos hacer, dejemos pasar”, lo referente a lo ocurrido con el nazismo liderado por el aberrante Adolfo Hitler. El exterminio humano más grande y abominable que ha conocido la historia; fundamentalmente el genocidio judío.

En ese ámbito de análisis, no me referiré desde un punto de vista ya sobradamente remanido. El asesinato de más de 6.000.000 de judíos a manos del nazismo y sus horrorosos cómplices lo dicen absolutamente todo. Mi intención aquí, es puntualmente remarcar que aquella atrocidad identificada como la Shoá, no llegó a producirse “del día a la noche”. Muy por lo contrario, constituyó toda una metodología conspirativa previa, para adoctrinar la culturalmente encumbrada mentalidad del pueblo alemán. La propaganda, entonces, resultó el factor fundamental para que el odio racial hacia el judío alcanzara su máxima y abominable expresión. El rol propagandista previo debía ser ejecutado –y lamentablemente así lo fue- hasta convencer como algo “natural y permitido”, de que los judíos ni tan siquiera pudieran ser considerados “seres humanos”. Así ocurrió todo. El pueblo alemán fue inducido al “dejar hacer, dejar pasar” y entonces el horror más estruendoso se materializó.

Naturalizar la indiferencia

Para lograr semejante atrocidad, había que lograr –en primer lugar- aniquilar los derechos a los ciudadanos de origen judío. Ello se logró mediante el accionar del propio gobierno nazi, pero también, por la tarea que en ese sentido llevaron a cabo los ciudadanos comunes: Vecinos, docentes, médicos, abogados, ministros, policías y otros.

En otras palabras, el Gobierno nazi en primer lugar trató de llenar de odio y prejuicios el corazón de las personas. Así, Hitler y sus cómplices pretendieron que todos creyeran en su visión racista y antisemita del mundo. Los constantes mensajes de propaganda contribuyeron a crear un clima de indiferencia ante la suerte de otros. En ese marco, el nazismo tenía bien claro que para producir el Holocausto, no todas las personas tenían que odiar a los judíos; bastaba con que fueran indiferentes ante lo que estaba ocurriendo a sus vecinos.

El lado oscuro del mito nacionalista

Había que lograr, como un hecho natural reitero, que todos creyeran que solo algunas personas tenían plena condición humana y que los judíos no merecían disfrutar de los derechos humanos, por el solo hecho de ser judíos. Entonces, así los nazis pudieron utilizaron la propaganda para crear un ideal atractivo de comunidad nacional y como éste puede atraer a las personas: El lado oscuro de este mito es que los nazis no consideraban a todos los grupos partes de esa comunidad. Es relativamente fácil pasar por alto el dolor de otras personas si no se les permite participar en “el grupo”.

Consecuentemente, considero que la propaganda es un instrumento que se utiliza para manipular el pensamiento y el comportamiento de las personas para influir en ellos. Existe una relación indisoluble entre la propaganda nazi y el Holocausto. Coincido plenamente en ese sentido, con las apreciaciones del “Programa sobre la Memoria del Holocausto” establecido por la Organización de las Naciones Unidas.

La ocasión de la pandemia como excusa para el odio

Es bien conocido pero resulta esencial recordarlo a efectos del objetivo de mi trabajo, que el Gobierno Nazi se comunicaba y transmitía su mensaje a la población a través de distintos medios: La radio, periódicos, películas, el teatro, mítines, banderas, pancartas, símbolos, carteles, la música, insignias, uniformes y libros. Cabe destacar que la propaganda “da buen resultado” cuando responde a lo que está ocurriendo en el momento y a lo que las personas quieren o creen necesitar. Por ejemplo, la propaganda ofreciendo trabajo y seguridad a las personas que ya tienen empleo no resultará tan eficaz cuando las personas no tienen empleo o tienen miedo. Brevemente retorno al plano del helminto cordobés y argentino: ¿Es lo mismo culpar a los judíos de originar una pandemia para manejar tu vida, en momentos en que esa pandemia realmente existe o hacerlo cuando el virus que la origina no existe? La respuesta es a todas luces más que evidente.

El sicario del odio: Tomás Ariel Méndez

El antisemita Tomás Ariel Méndez no es un imbécil tal cual lo definió alguna expresión institucional de repudio hacia sus afirmaciones en el medio de propiedad de Cristóbal López y Fabián De Souza. Muy por lo contrario, dicho sicario del odio racial, conocía y conoce el daño que sus repugnantes conceptos podían causar. Estamos frente a un experto en “propagandismo” quien a sabiendas que está delinquiendo, conociendo la falsedad de la base fáctica que pretende instalar socialmente, no repara un instante en posicionar el odio utilizando al Covid-19 como fuente para generar en la ciudadanía una conciencia o noción de chivo expiatorio habitual frente a la impotencia y miedo que, en general, siente ante la presencia de un virus nuevo y letal. Terreno fértil para cultivar el antisemitismo.

Técnicas nazis en tierra Argentina

Frente a la propaganda mal intencionada, estimo que la ciudadanía debe saber que la mejor arma contra la manipulación es saber si alguien está tratando de manipularla. El poder del individuo reside en su capacidad para reconocer las técnicas de propaganda. Así y solo así, el sujeto podrá decidir “por sí mismo”, si creer o no en el mensaje. El uso de la propaganda por parte del Partido Nazi para obtener apoyo y seguidamente justificar leyes que eliminaban derechos civiles, nos recuerda el peligro que entraña el no reconocer la propaganda y la importancia de proteger en todo su esplendor e intensidad, los valores democráticos para que las personas puedan cuestionar la propaganda. La ciudadanía debe poder evaluar de manera crítica los objetivos de los políticos y las agrupaciones políticas.

Tengo la plena y más robusta convicción, que la ciudadanía argentina urgentemente debe dejar de comportarse al compás del “laissez faire et laissez passer, le monde va de lui même”. No podemos permitir ya nunca más, que las cosas ocurran y las dejemos pasar como si nada hubiera ocurrido. Dicha práctica sistemática, vale recordar cuantas veces sea necesario, llevó a un pueblo de tan prominente cultura a aceptar la ejecución del plan nazi.

El honor y la moral ajena

Se tenga presente, que mi trabajo sobre el antisemitismo no culmina con esta reseña histórica sobre algunos de los hechos producidos en la historia de la humanidad y que revelan la demostración del odio hacia los judíos. Completaré mi labor durante próximas notas, refiriéndome ya puntualmente a la historia del antisemitismo en la Argentina, para después, finalmente, centrarme en el triste ejemplo que Córdoba y la República Argentina han mostrado al mundo entero, mediante el antisemitismo penado por la ley, generado por el accionar de quien diciendo “ser periodista” sólo utiliza a los medios de comunicación para apoderarse ilegalmente del honor y la moral ajena, llenado al límite de revelar un odio racial extremo hacia el judaísmo.

Particularmente vuelvo a insistir, en ese sentido no me cabe la menor afinidad con el “dejar hacer, dejar pasar”; todo lo contrario.

Fabián Moscovich
Fabián D. Moscovich Abogado Matrícula Profesional 1. 29512 Matrícula Federal CSJN Tº 64 Fº 805 Representante de DH ante la CIDH.
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