InicioActualidad PolíticaDejando hacer, dejando pasar (PARTE 10)

Dejando hacer, dejando pasar (PARTE 10)

En notas anteriores ya me he referido a los graves hechos acontecidos y salidos a la luz a partir de la actuación diplomática, pero a la vez comprometida en su oposición al nazismo, del doctor Eduardo Labougle. En cuanto aquí más me interesa, es dejar establecido con claridad elocuente que la Argentina se constituyó en el bastión extranjero elegido por los nazis y que fuera permitido y comulgado por el gobierno argentino. Se trata pues, del antisemitismo perenne y siempre vigente en nuestras tierras desde el siglo XVI, tal cual ya lo he desarrollado dentro del presente trabajo.

Los asesinos nazis viviendo y disfrutando libremente en Argentina

Al incursionar anteriormente sobre los hechos que sirvieron de contexto europeo y argentino a los informes, quejas y reclamos del brillante diplomático, todo lo cual pareció perderse en el vacío tal cual así lo ha demostrado la sistemática posición de indiferencia sostenida por el gobierno argentino de la década infame –complaciente y connivente con el nazismo-, no se puede pasar por alto al tan elevado sentido de la predicción que evidenció el doctor Labougle. Su prédica, muy a su pesar, se vio plasmada de una verdad incontrastable: La República Argentina fue coherente con su sentimiento comulgatorio en relación a los más altos principales responsables del Holocausto.

Mis afirmaciones no resultan producto de análisis o visión caprichosa de los hechos; muy por lo contrario, se sustentan en los propios y desgraciados sucesos cómplices de nuestros gobiernos y más aún, tratándose de la promoción y protección a los nazis, mi posición se respalda con prueba instrumental y documental indubitable.

La affectio societatis entendida como “la voluntad común de asociarse” y que se evidenció entre los gobernantes argentinos y el nazismo alemán, se proyectó en el tiempo con tan funestas consecuencias que, como claro y elocuente símbolo de antisemitismo, la República Argentina se convirtió en madriguera predilecta de los más grandes y alevosos asesinos que ha podido mostrar la historia de la humanidad: Nuestro país dio cobijo y protección a los nazis autores del Holocausto.

Según consta en el Archivo General de la Nación

Y si se trata de respaldar mi postura con las pruebas categóricas que así lo acreditan, entonces, llamemos a que se revelen las pruebas pertinentes. Obviamente, dado que el punto devengaría una extensión que excede el sentido de mi trabajo, me referiré sólo a algunos de los extremos más significativos en esa dirección. En primer lugar, debe mencionarse al propio Decreto Nº 232/92 –Menem- del 3 de febrero de 1992, por el cual se dispuso la apertura de los archivos secretos relativos a criminales de guerra nazis y en donde se estableció un plazo no mayor de 30 días para que la documentación se remitiera al Archivo General de la Nación, a los efectos de que se hicieran de dominio público las actividades de jerarcas nazis y colaboracionistas en nuestro país. Significa que cualquier persona puede acceder a la Información Pública veraz, completa y certera, que obra en el AGN como fondo documental bajo el nombre de “Nazis en la Argentina”. La prueba documental en cuestión consta de dos legajos y es producto del trabajo elaborado durante años por la DAIA, la Gendarmería Nacional, la Policía Federal Argentina y la SIDE. El contundente contenido que surge de la Información Pública para la consulta y a disposición, reitero, de cualquier ciudadano del mundo, constan en el Archivo General y pueden encontrarse en las Salas VII y VIII como Legajos 3771 y 3772 en ése orden, respectivamente. Como instructivamente al respecto afirma María Teresa Fuster (Lic. en Historia de la UBA, Docente Universitaria, Especialista en Historia Colonial e Investigadora) en su impactante e imperdible nota “Nazis en Argentina” publicada en la Revista Legado del AGN (Nº 7 de octubre 2017): “Es notable, según los informes, la cantidad de jerarcas y miembros del partido nazi que se establecieron aquí durante el primer peronismo. El Estado argentino los recibió y protegió haciendo caso omiso a los reiterados pedidos de extradición de naciones extranjeras”, aseveró.

También resultan concluyentes las declaraciones del 4 de febrero de 1992, efectuadas por el entonces Ministro del Interior José Luis Manzano y publicadas por la agencia de noticias Reuter, expresando que “los documentos secretos cedidos al Archivo General de la Nación son patrimonio ético de la humanidad”, agregando la agencia que “En declaraciones radiales formuladas poco antes, Manzano había admitido la responsabilidad de los gobiernos argentinos de Juan Perón (1946-1955), el régimen militar de la llamada Revolución Libertadora (1955-1958) y el del presidente constitucional Arturo Frondizi (1958-1962)”.

Así entonces, entre otros de los más macabros y terroríficos jerarcas nazis que el antisemitismo manifiesto de los gobiernos argentinos ha elegido dar lugar y amparar, se destacan los nombres de los genocidas Josef Mengele; Rudolf Hess; Josef Schwamberger; Ante Pavelic; Abraham Bandrimh; Edward Roschmann; Fritz Wagner; Federico Wegener; Martin Borman; Walter Kutschmann y Walter Wilhelm, entre otros, insisto, no menos importantes como Erich Priebke, el genocida de la masacre de las Fosas Ardeatinas. Seguidamente, me referiré a la información pública contenida por el fondo documental obrante en el AGN, limitándome a relatar sobre Josef Mengele, Martin Borman, Ante Pavelic y Josef Schwammberger, como claros ejemplos a un efecto ilustrativo. El artículo de María Teresa Fuster profundiza con la elogiable agudeza que merece la cuestión, en relación a todos y cada uno de los nazis anteriormente mencionados.

Josef Mengele: La historiadora y perito de Interpol, por medio de su nota en Legado, enseña sobre tan atroz personaje clave del nazismo. Doctor en Medicina, nacido en Baviera. Miembro del partido nazi y perteneciente a las fuerzas de las SS. Fue apodado el “Ángel de la Muerte”. En el campo de concentración de Auschwitz realizó aberrantes experimentos genéticos con los prisioneros. Según los informes obrantes en el AGN, cuando el fin del nazismo era inminente, se escapó de Auschwitz junto con su amante Wilma, munido de papeles falsos. Ingresado a la Argentina al parecer en 1953 y bajo el directo apoyo del gobierno peronista, obtiene su primer documento de identidad, cédula Nº 3940484. Posteriormente utilizó varios nombres. Se ha confirmado categóricamente que tuvo domicilio en la calle Sarmiento 1875 (Olivos) y en Virrey Vértiz 970 (Vicente López), ambas localidades de la Provincia de Buenos Aires, aledañas a Capital Federal. Existe plena certeza de que, en 1958, trabajaba realizando abortos. Sorprendentemente, Mengele no se ocultaba, dado que habitualmente utilizaba su verdadero nombre. Demostraba sentirse seguro en Argentina. Tan es así, que el 25 de julio de 1958 contrajo matrimonio con su pareja Martha Weill en Vicente López, celebrándolo con una gran fiesta y con la presencia de altos invitados locales, miembros del nazismo residentes en el país y comensales especialmente llegados de Alemania para el evento. En 1959 se lo ubicó instalado en Bariloche, con cédula de identidad Nº 293.348 otorgada por el Estado argentino. Luego de un breve viaje al Paraguay, vuelve a la Argentina en 1960. Ante el hecho que significó lo ocurrido en Buenos Aires con Adolf Eichmann (el contador del nazismo) en mayo de ese mismo año 1960, decidió establecerse en Asunción (Paraguay).

Martin Borman: El criminal nazi y Secretario privado del mismísimo Adolf Hitler. Conforme a la investigación de David Hume hecha pública por el Buenos Aires Herald del 29 de noviembre de 1972, Bormann fue asilado por Juan Domingo Perón en 1948, quien a cambio, recibió la friolera suma de doscientos millones de dólares. La insólita cantidad recibida por Perón, en su momento fue considerada “la mayor coima de la historia”, una gran fortuna en joyas y divisas depositada a nombre de Eva Duarte. De la investigación dada a luz por el medio gráfico surgió que “el viaje de Eva Perón a Europa en 1947 tenía como única finalidad la apertura de una cuenta bancaria en Suiza y el depósito en Lisboa. La fortuna que iba a ser depositada en esas cuentas bancarias eran al parecer lo apartado por Perón de aquel envío a la Argentina por Martin Bormann en los barcos “U” (SIC) ”. Los datos lucen del excelso trabajo de la historiadora Fuster, ya antes mencionada.

Ante Pavelic: Incondicional aliado del nazismo, ejerció una tiránica y cruel Dictadura en Croacia entre 1941 y 1945. Directo responsable de la ejecución de 60.000 personas en campos de exterminio. En 1948 se refugió en Argentina. Entró con un pasaporte de la Cruz Roja, bajo el nombre de Antonio Sedar. Ya dentro del país y evidentemente bajo la tranquilidad que le generaban la seguridad e impunidad que le garantizaba el gobierno de Perón, no tuvo tapujo alguno en utilizar su verdadero nombre. Se vinculó fuertemente con la Alianza Libertadora Nacionalista, integrada por fervientes y sólidos admiradores del nazismo y el fascismo. Al año de haber ingresado a la Argentina ya se había convertido en un fuerte negociante, dueño de una empresa constructora que participó en la construcción del edificio Alas y del barrio para la Fuerza Aérea en El Palomar. Las autoridades croatas solicitaron su extradición, que sistemáticamente fue denegada por el gobierno de Perón. En 1957 y bajo la presión de los intentos de ser asesinado por parte del Mariscal Tito, huyó y recibió refugio de quien luego también otorgaría albergue a Juan Domingo Perón; esto es, Franco, en España.

Josef Franz Leo Schwammberger: Otro feroz genocida nazi que encontró asilo, protección, seguridad e impunidad en el gobierno de Juan Domingo Perón, quien le facilitó su ingreso al país en 1948. Vivió en Argentina sin ocultar su identidad, utilizando su verdadero nombre. Había sido un alto mando de las SS, encargado de controlar los guetos de Kzwadow y Szamenzol, durante la ocupación alemana de Polonia. Luego fue jefe de distintos campos de prisioneros en Cracovia. En nuestro país, trabajó y se jubiló en la empresa de hilados Petroquímica Sudamericana en el partido de La Plata. En 1971 huyó hacia Córdoba al ser descubierto por Simón Wiesenthal. Con el gobierno de Raúl Alfonsín, en 1984 se reabre su expediente y en 1987 fue detenido en la localidad serrana de Huerta Grande en la Provincia de Córdoba. La Corte Suprema mediante resolución del 30 de agosto de 1989, hace lugar al pedido de extradición y entre otras cuestiones que surgen del referido fallo, se estableció que: La orden de arresto de Josef Franz Leo Schwammberger ha sido librada a raíz de que en el marco de la planeada y realizada “solución definitiva de los judíos” del régimen nacional-socialista, es decir, el exterminio físico de los judíos y por la razón de que el citado consideraba seres inferiores por odio y obcecación racistas, fue autor o partícipe de varios centenares de asesinatos de personas, también de niños indefensos, y colaboró activamente en la campaña de traslado de millares de judíos a los campos de exterminio de Belzec y Auschwitz. Estos hechos ocurrieron principalmente en las ciudades de Rozwadow, Mielec y Przemysl, ubicadas en el territorio de Galizia, perteneciente entonces a Polonia y ocupado militarmente por Alemania en la Segunda Guerra Mundial. Schwammberger perteneció a la milicia de la SS, ocupando cargos de responsabilidad intermedia.

La pregunta que inmediatamente surge luego de analizar la aquilatada, impune y segura trayectoria de los nazis en nuestro país luego de haber sido responsables del Holocausto, es la de encontrar las razones por las cuales los nazis no eligieron otra nación dentro del planeta para refugiarse en masa. La respuesta es más que obvia: la República Argentina ha sido siempre uno de aquellos países en donde el antisemitismo, el feroz odio racial hacia los judíos, ha regido. Una de las tierras más fértiles para cosechar y sembrar la xenofobia más antigua y atroz que ha conocido la humanidad.

El antisemitismo pese a las pruebas y enseñanzas que nos muestra la historia, se reproduce insaciablemente en la sociedad argentina y ello es aprovechado por atroces degenerados para vomitar su propagandismo conspirativo, colocando a los judíos en la posición de constantes chivos expiatorios, como si fuesen responsables, en relación a cualquier mal de la humanidad. Los casos más recientes en el país y que han causado lamentablemente inclusive una repercusión mundial, lo constituyen las expresiones antisemitas del diputado Pablo Ansaloni y el del comunicador masivo Tomás Méndez.

En síntesis, el resultado ha sido y sigue siendo generado por la práctica aparentemente predilecta de la sociedad argentina: “dejar hacer, dejar pasar, total la Argentina va sola”.

Fabián Moscovich
Fabián D. Moscovich Abogado Matrícula Profesional 1. 29512 Matrícula Federal CSJN Tº 64 Fº 805 Representante de DH ante la CIDH.
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