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Cuarentena, cumpleaños y Navidad

Por aquellos días, numerosos agentes del estado fueron lanzados en todo el país para asegurarse que cada argentino se quede en su casa por la cuarentena de coronavirus. Se buscó prohibir a rajatabla que cualquier persona pueda ausentarse por cualquier motivo y sólo se le permitió la salida a trabajar a aquellos que tenían un rol considerado esencial, como el personal médico.

El caos se desató en un país que jamás había atravesado una Cuarentena semejante. Filas interminables de autos se acumulaban sobre las carreteras, atestadas de personas que no se encontraban en sus casas al inicio del decreto y deseaban regresar para pasar la cuarentena en sus hogares. Como emblema de esos tiempos, el 25 de marzo salió a la luz pública “el surfer”, como lo apodó el canal Crónica, un hombre que intentó llegar a Ostende a pesar de las restricciones.

En aquel entonces, el presidente Fernández tomó nuevamente el micrófono y aseguró: “Vemos a un idiota que se escapó de su casa y apareció en Ostende. Esas personas van a tener que explicar mucho. Por favor no cedan. Se van a encontrar con idiotas, pero sigan haciendo lo que están haciendo. Y a los idiotas les digo que la Argentina de los vivos se terminó”.

Tan sólo una semana después, el 2 de abril del 2020, aún en Cuarentena, el presidente cumplió años. A pesar de haber asegurado que aquel que se reunía con otros era “un idiota” y que él mismo se encargaría de “ir a buscarlo personalmente a la casa”, Alberto Fernández recibió en la Quinta de Olivos a más de treinta personas y armó una reunión de cumpleaños en horas de la noche.

De acuerdo a la planilla de control de visitas privadas para el presidente, desde las 10.00 am del día de su cumpleaños hasta las 3.00 am del día siguiente, unas 37 personas, entre funcionarios, empresarios y modelos, ingresaron a la Quinta de Olivos. Luego de una jornada de saludos, se realizó un encuentro especial en el chalet.

Algunos de los nombres que se hicieron presentes para saludar a Alberto Fernández son llamativos. El ex presidente Eduardo Duhalde ingresó a las 11.00 de la mañana y estuvo poco más de una hora, casi al mismo tiempo que ingresaba el secretario de Comunicación y Prensa de la presidencia, Juan Pablo Biondi. La modelo Sofía Pacchi fue a almorzar y luego volvió para celebrar el cumpleaños presidencial junto a su novio, el empresario taiwanés Chen Chia Hong, quien a pesar de que Alberto Fernández aseguró “no saber quién es”, estuvo en su cumpleaños desde las 22.00 hasta las 3.00 de la mañana del día siguiente.

Asistieron al saludo, además, Máximo Kirchner, quien ingresó a las 13.50 y se quedó durante cuatro horas; “Wado” De Pedro, quien ingresó junto al hijo de la vicepresidente y se fue a las 18.00; el ministro Gabriel Katopodis, que partió a las 18.30; y el joven Hernán Reibel, señalado como “el cajero” de La Cámpora, quien ingresó poco antes de las 11.00 y se quedó hasta las 13:25.

Como si fuera poco, aunque en las redes sociales Alberto se mostró en una ceremonia íntima junto a la primera dama y su hijo Estanislao, hubo varios de los invitados al cumpleaños de Fabiola Yáñez que también participaron de la fiesta que el mandatario realizó al anochecer, incluyendo a Emmanuel López, Fernando Consagra y Federico Abraham. Casualmente, ambas celebraciones se realizaron en el chalet de la Quinta de Olivos.

Fiesta en 2020 en plena Cuarentena, ¿qué sucedió en 2021?

Para los festejos de cumpleaños del año siguiente, al menos según las visitas oficiales, el presidente recibió sólo a cuatro personas, entre las que se encuentra el actual ministro y ex intendente de Húrlingham, Juan Zabaleta. No figura ningún ingreso más. Sin embargo, quizás por casualidad, pocas horas después Alberto Fernández declararía ante la opinión pública que había dado positivo de coronavirus, a pesar de tener las dos dosis de la vacuna Sputnik-V.

A la distancia, el suceso abre varios interrogantes: ¿De quién se contagió Alberto Fernández? ¿Se realizó una fiesta de cumpleaños como en 2020 y se ocultó? ¿Por qué su hijo Estanislao aparece en las fotos pero no figura en los registros oficiales? ¿Se omitieron otros invitados?

El OlivosGate pareciera ser un culebrón que se niega a finalizar y que marca a fuego la falta de responsabilidad del propio presidente de la Nación para con las normas y decretos que él mismo publicó. Alberto Fernández se encargó personalmente de perseguir a cualquier argentino que osaba recibir a su familia en su casa; se llegó hasta prohibir a un padre a internar a su hija pequeña en grave estado por no tener el permiso y se bajó a la gente de los colectivos a punta de pistola.

Todo parece indicar que Alberto Fernández cometió, nuevamente, un «error».

La Navidad de Alberto Fernández, también en cuarentena

“El presidente ya lo explicó, ya quedó todo detallado, y no hubo otras celebraciones, por lo que no hay más tema para agregar”, explicó, casi titubeando, el jefe de Gabinete, Santiago Cafiero, al ser consultado por los medios sobre la realización de otros eventos prohibidos en la Quinta de Olivos.

La palabra de los miembros del gabinete quedó en una encrucijada en lo que respecta a su credibilidad. Como se recordará, la primera vez que una foto del festejo de Yáñez salió a la luz durante un programa televisivo, los voceros del gobierno de Alberto Fernández se apresuraron a asegurar que la fotografía había sido retocada digitalmente. En otras palabras, mintieron. Fue sólo días después, cuando la periodista Guadalupe Vázquez publicó un registro mayor de fotografías que al gobierno no le quedó otra alternativa que reconocer su error.

Sin embargo, en las palabras de Cafiero se escondería otra mentira. De acuerdo a los registros de ingresos y egresos de la Quinta de Olivos, provistos por el propio gobierno, el 23 de diciembre del 2020 hubo otro evento organizado para cuarenta ministros. Mientras los argentinos recibieron la orden terminante de no poder reunirse con más de diez personas, se los amenazaba con cárcel, causas judiciales y millonarias multas, el presidente reunió cuatro veces la cantidad máxima permitida.

En efecto, entre las 20.00 y las 22.00 del 23 de diciembre, unos cuarenta dirigentes del Frente de Todos ingresaron a la Quinta de Olivos, donde permanecieron hasta los primeros minutos del día siguiente. La lista de invitados se encuentra regada de nombres y apellidos de renombre entre la liturgia kirchnerista.

El ministro Juan Cabandié; el por entonces ministro de Salud, Ginés González García; el secretario general, Julio Vitobello; el titular de la cartera de Trabajo, Claudio Moroni; el ministro y ex intendente de Avellaneda, Jorge Ferraresi; el canciller Felipe Solá; la vicejefa de Gabinete, Cecilia Todesca, junto a su superior Santiago Cafiero; y el secretario de Comunicación Juan Pablo Biondi, ex pareja de la periodista Guadalupe Vázquez, son sólo algunos de los nombres que figuran en el registro de aquella noche.

La lista es ciertamente extensa y recae sobre las figuras de numerosos dirigentes de peso en el oficialismo. Sabina Frederic, Marcela Losardo, Carlos Salvarezza, Agustín Rossi, Gabriel Katopodis, Martín Guzmán, Wado De Pedro, Gustavo Béliz, Sebastián Kulfas y hasta la ministra caída en desgracia bajo la lupa de la opinión pública, Elizabeth Gómez Alcorta.

El dilema del gobierno nacional, ahora, es tan político como judicial y dialéctico. La pregunta sobre qué harán los voceros oficiales ante éste nuevo escándalo esconde una respuesta enigmática. Puede que intenten negarlo hasta que las fotografías los apabullen con pruebas. O tal vez, lo acepten sin más, con la esperanza de que el votante promedio kirchnerista, siempre tan predispuesto a tapar los escándalos de corrupción con planes sociales, créditos a tasa cero y discursos atravesados por una épica fantástica, se olvide lo suficientemente rápido como para renovar su voto en las próximas elecciones.

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