Argenta se llamaba la región en la cual las riquezas naturales perturbaban los sentidos.
Antiguos pensadores advirtieron que en el resto de la humanidad tres energías diferentes se combinaban en el alma de un individuo: Eros, Agon y Ludus.
En un exquisito modo el amor (Eros), la lucha (Agon) y el juego (Ludus) lograban un equilibrio del cual dependía la salud psicológica y el correcto accionar de las personas.
Naturalmente, en el planeta los deportistas de alto rendimiento tenían un Agon potenciado por su capacidad de amarse a sí mismos y allá iba Ludus a tratar de morigerar el exceso de competitividad que podía llevarlos a la frustración.
Eros, por su parte, repiqueteaba la conciencia para reclamar su lugar entendido no sólo como
pasión irrefrenable sino combinada con empatía, alegría, ganas de vivir y disfrutar, las dotes de
Ludus para, más allá del resultado, jugar el juego limpio.
Así en el deporte como en la vida, así en un examen, en un parto o en cualquier desafío, la adrenalina fluía y la emoción ganaba la partida hasta el momento final. Poco importaba el resultado porque siempre ganaban las virtudes puestas en juego, hasta la próxima ocasión.
Qué decir cuando se trataba de la disputa entre quienes se postulaban para dirigir temporalmente el gobierno de un país, ocasión denominada elecciones, tras las cuales la normalidad era que gobernara el ganador y acompañara la oposición, poniendo límite al Agon del mandatario de turno. Así la República con sus tres poderes limitaba el uso sin abuso de la representación conferida por el pueblo al gobierno.
Pero en Argenta, la tierra de la abundancia y los desequilibrios, creció la excepción a la regla: El bicho político, que tras su paso no deja nada, como una plaga de langostas. Una bestial Agon que todo lo devoraba y ocupaba todos los espacios, sin permitir que nada equilibre su ambición.
Desde abajo y desde afuera muchos miraban con incredulidad y horror como ese Agon llevaba al país al borde del abismo una y otra vez. Se creía que era sólo corrupción para robar, pero el desastre era completo, la casta se cerraba entre los Agon puro y en un movimiento centrífugo eliminaba al que tuviera un atisbo de amor a la patria o mera decencia.
Allá iba Argenta con una Bestia tras otra que la montaban para domarla y someterla. Allá abajo el ciudadano iba bajando al subsuelo donde era esclavizado. ¿Quién la pasa bien rodeado de pobreza? ¿Quién puede hacer callar su Eros, su Ludus para vivir por completo en la arrogancia de un deshumanizado tirano?
Crisis tras crisis, la nueva generación argenta parió economistas que dejaron de analizar desde afuera para involucrarse por dentro en el desastre insostenible. Entre las fisuras y las grietas asomaban las ideas del liberalismo clásico, que supo tener en Juan Bautista Alberdi un gran inspirador. Así, ser “político” dejó de ser una mala palabra.
Sobre las “Bases…” que dieron origen a la Constitución Nacional de 1853, el bicho liberal se nutrió de su amor a la Patria y la voluntad de jugar el juego, aunque los eternos okupas de la cancha política se resistían. Así los cautos dieron paso a los audaces y los políticamente correctos a los ilustrados dueños de la razón, que con ella en la mano, se animaron a expresar sus emociones.
Decirle a la Bestia que es burra y fea, torpe y malvada, es sólo el principio. Buen principio para que el pueblo se anime a dejar de ser ovejas y entre ellos hoy vemos que uno tras otro despiertan los leones.
Se corre el telón del show de la grieta y vemos obscenamente entrelazadas las dos garras de la bestia sumando impuestos y prohibiciones, restando libertades y dignidad.
De una dentellada masticaron a la clase media para sumar pobres que alimenten su feroz idolatría. Caen las vendas de los ojos del pueblo que mira con simpatía el Tour de la Libertad. Caen los rostros de amargura y desazón, se eleva la mirada hacia Javier, resuena su palabra, se siguen sus pasos, se replican sus máximas.
En Córdoba, una alianza vislumbró el destello y sumó la provincia a la movida. Pactó entre leones un encuentro de voluntades y sumó el rugido del interior de la provincia a su ferviente capital.
Hoy el rebelde corazón late con la fuerza de Eros, llamando a jugar, a subirse al Tour de la Libertad. Córdoba es Docta y ama a su gente, Córdoba es el agon del laburante que quiere volver a la vida y dejar atrás la tiranía. Córdoba tiene su gran oportunidad liberal, La Libertad Avanza.